martes, 9 de junio de 2009

Tomás Collado, el nuevo parroquiano del viejo café del puerto de Alicante.


El viejo café del puerto de Alicante, tiene un parroquiano nuevo, uno de los míos digamos, que envuelto en su capa de viejo marino se ha venido a sentar justo a mi lado para entablar una exquisita conversación, mi amigo se llama Tomas, y me habla de los tiempos aquellos que yo no conocí cuando el café estaba en una barcaza anclada en el puerto, al suave vaivén de las olas los clientes pedían un buen vino tinto y las botanas eran unas gambas aderezadas con mantequilla y vino francés traído de contrabando, me imagino la odisea y se me hace agua la boca de solo imaginar tamaño derroche, pero después de la guerra todo cambio, la situación hizo que el antiguo propietario quebrara y la barcaza paso a mejor vida, desmantelada quizás en algún astillero de la marina y las partes vendidas como objetos de segunda mano al mejor postor.
Tomas agarra vuelo, es un platicador de alturas y ya va por el tercer trago de vino, mas un coñac Courvasier que le he puesto por mi cuenta, como premio a su amistad que es cosa seria y de altura, gente honesta y sincera. Palmoteando mi espalda agradece el gesto y yo lo miro recordar la parte desconocida del viejo café del puerto.
Afuera empieza el atardecer y pasan los turistas que vienen de caminar por todas las calles del puerto. Sedientos y bulliciosos, entran en tropel al lugar, me despido de Tomas, y saludo a Paco el mesero de turno, poniéndole en su mano húmeda las pesetas de rigor.
Salgo y la brisa veraniega expande mis pulmones con su aroma de olores a petróleo quemado con que embadurnan los maderos que van a ser sumergidos en el agua y el olor a salitre y los últimos rayos de luz se deshacen como alas de mariposas que se entrelazan.
Los adoquines brillan bellamente, si yo fuera poeta, los besaría con mis palabras.
foto: barcos, paseo y el Varadero al fondo. cortesía del Ayuntamiento del puerto de Alicante.

No hay comentarios: