Corría el año 1976, y por el tiempo de inscripciones me presenté en la conocida Escuela de Artes San Alejandro de Marianao, en la Habana, Cuba.
Después de pasar los exámenes de dibujo libre y escultura me citaron para una entrevista académica, algo debió no gustarle a mi entrevistador de mi aspecto y mis modos de expresarme hacia la libertad artística con tintes políticos, que al buscar mi nombre en la lista de escalafón aparecía entre los no aceptados.
Mi padre que estaba al tanto de mis intenciones artísticas me prestaba su estudio de vez en cuando, allá en la bella Santos Suárez donde vivía, mas yo prefería pintar en el patio de mi casa usando como caballete la escalera y trabajando el pequeño formato para no gastar mucho óleo, que él mismo me proveía, debido a la dificultad para conseguirlo en aquellos años.Cuando le conté a mi padre que no aparecía mi nombre entre los aceptados, y ver mi cara de desconsuelo, descolgó el teléfono y llamo a su viejo amigo Juan Sánchez por aquella época director de dicha escuela.Yo lo miraba hacer, después de intercambiar saludos, paso mi padre a referirle lo que sucedió conmigo. Después de despedirse y colgar, se volteo para mí y me dijo, mañana a las 6.00 pm empiezas, dirígete con Juan y el te dirá cual será tu salón.
Agradecí a mi padre y me despedí. Tome el autobús para mi casa con la convicción de no presentarme al otro día.Pasaron muchos días sin ver a mi padre, y cuando volví a su casa después de saludarnos lo primero fue, preguntarme como me estaba yendo en la escuela, a lo que le respondí tranquilamente, no fui.Me abrazo por los hombros y me invito a comer, ya en la sobremesa, en la salita de las grandes platicas, tomándonos un café, me dijo muy diplomáticamente, hijo, hay veces en la vida que no debemos ser muy sinceros porque las palabras nos traicionan, tal vez expresaste cosas en la entrevista de la escuela que ellos no querían oír, y tu cabello por los hombros les hizo ver tu postura contraria a sus disposiciones internas.
Lo mire callado y le dije algo así como la revolución es una mierda, pero pudo haber sido, una tremenda mierda, tal vez por el cariño y respeto a mi padre solo me callé. Al siguiente ciclo , asimilada la lección, toco el turno de entrevistarme al maestro Fowler, escultor del que después llegue a ser buen amigo, desgraciadamente fallecido en lo mejor de su juventud creativa, y respondí como buen joven comunista, mi futuro maestro me miraba complacido y me extendió una inmensa sonrisa de satisfacción, yo era del tipo de alumno que la escuela quería tener.
Aparecí en el numero doce de la lista de los aceptados, sin avisar a mi padre de las intenciones de volver a presentarme, para evitar "sociolismos".
Mi postura “política” me había abierto las puertas de la escuela. Asistía por primera ocasión y en contra de mi estilo contestatario a la versión tropical revolucionaria de la doble moral.Quede pues para la historia esta anécdota.
obra mia "Puente sobre el rio al amanecer". acrilico sobre cartulina. Serie "Estructuras de Collado "1992. DF. México . Colección privada Sra. Eva Estrada Mendoza.
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