lunes, 15 de junio de 2009

Los hombres saldrán debajo de estas ruinas.


De donde saldrán los hombres que devuelvan la libertad a Cuba?

Muchos quisieran ver respondida esta pregunta, y tal vez casi tengan razón cuando ven desfilar por las calles aledañas a la plaza José Marti de la Habana, a un grupo de entusiastas comparceros, con caras felices y carteles alegóricos festejando unos logros obreros que solo existen en su imaginación calenturienta.
No puede brotar agua dulce y agua salada al mismo tiempo de la fuente, reza en la Biblia.

Tan bajo a caído la esperanza que no ponemos nuestros pensamientos en orden y buscamos respuestas al cúmulo de contradicciones emanadas de los sucesos y damos por derrota lo que encierra y avizora enormes victorias. ?

Han muerto nuestros héroes y mártires, y su sangre duerme contenida en la tierra a la que todos anhelamos regresar de una forma o de otra, vivos o muertos, para sí vivos servir con la experiencia adquirida en la construcción de la nueva patria y si muertos legar a nuestros hijos el amor inmenso a la tierra que nos dieron nuestros antepasados, muertos tal vez muchos que como yo saben que no se tiene la vida por precio, mas sirvan las palabras para avivar lo poco o lo mucho que duerme o hierve en nuestros interiores, que podrán cantar y burlarse cuanto miserable luego en el silencio de su casa, agobiado por la pobreza y la miseria de su inútil vida se arrepiente de sus actos, a esos los he ya perdonado, porque algún día entenderán sus errores y se arrepentirán de haber sido comparsa en la maltrecha obra que los tiranos escribieron para ellos, y para los pueblos siempre existirá una justificación y una disculpa.

Mas para aquellos que tienen el poder y los conocimientos y la posibilidad de cambiar de golpe el sufrimiento de los muchos para enaltecerlos y ponerlos de una vez sobre las realidades que será creadas por ellos y de una buena vez para ellos, sin ver su trabajo diluirse entre consignas arbitrarias que mentes malvadas inventaron para convertirlos en masas sumisas y mudas, como títeres que bailan al son que los empobrecedores de la dignidad tocan.
Se ha de levantar de entre el pueblo los lideres que saben cuando los pueblos entienden que ya no van a soportar ser mas explotados y las miasmas de su vida infeliz, encausan a punto del desorden, entonces saldrán de entre los hombres como pinos nuevos, las semillas que de la ruina sembraron los patriotas.

No me importa si no lo veo, mis huesos convertidos en polvo serán parte de la calzada de muertos que pisen los niños y los jóvenes y las mujeres y los hombres dignos, y en ese manifiesto de amor estaré presente, porque no creo en mas pueblo que mi pueblo y en mas libertad que la emanada de la misma sangre que corre por mis venas y no confió en otra raza mas que en la mía. Y no espero gigantes de siete leguas que pongan por mí el decoro y la valentía que es menester entregar cuando se pide patria libre. Ni concilios allende el mar que traman junto al tirano componendas que les aporte un duro mas para sus arcas sin la valentía que se espera de algunos por que el dinero no tiene ni patria ni madre.

No importa si el tirano con su labia demagógica los ha dormido, la vergüenza de los hombres dignos saldrá a flote y ya lo estamos viendo, obreros, campesinos gente humilde, doctores y abogados, mujeres que no temen a las tropas de golpeadores y fascistas del tirano y defienden en sus hombres la libertad de todos los hombres, la tuya la de todos.

Yo escribiendo esta arenga llamando al viento para que la lleve por donde quiera, para los que se ríen, para los que no creen, para los cobardes, para los burladores que nunca faltan, para los caídos y por caer, animo, aliento, vida, esperanza, la noche ha sido y es larga, pero mira alto al horizonte desde donde quiera que estés, cimbran los cascos de los corceles y gritan los hombres nuevos un grito a mucho no escuchado, mira, escucha:

Libertad, Libertad, Libertad, solo los cobardes no lo escuchan, solo aquellos que ya encontraron acomodo y bienestar y aman su suave cama y la comodidad de su relativo confort.

Y aquellos que si creen en lo que digo, que saben muy bien lo que se sufre entre cuatro oscuras paredes, bien que lo sé, entre los golpes y las amenazas, Biscet, Antunez, los mencionaría a todos pero nunca acabaría un pueblo hierve y se comienza a desbordar, no oyes Libertad! Libertad!, Libertad!

Las piedras si es preciso se alzarán, impulsadas por todos los años de frustraciones, de miedos, de miserias, de timos, de consignas huecas, de ver como se prostituyen nuestras mujeres y se mueren en las cárceles nuestros valientes, y ese odiado estrecho de la Florida demanda cada día su cuota de muertos, que alguien aún llora en el silencio de su cuarto sin consuelo.

Tú que puedes dile esto a quienes pueden de un golpe cambiar el destino de los nuestros, llenándose de gloria, reivindicando la memoria eterna de los héroes que un día nos hicieron sentirnos orgullosos de la estrella que ilumina y mata.

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