miércoles, 12 de agosto de 2009

De la rumba al hevy metal. La música.


De música.

Hablar de música siempre resulta complejo, tal vez no debería serlo. La música al cabo es eso, una letra y una melodía, un simple registro de notas en un pentágrama. Que seria de ella si no logrará transmitir tantas emociones, tantos sentimientos.
Si no se fusionarán las almas y las historias, muchas de ellas, tan breves como tres minutos, rompiendo las barreras de los idiomas, las razas y los colores.
Es una maravilla, David logró agradar al mismo Dios con la nobleza de sus melodías.

Alguien por ahí, de cuyo nombre no logro olvidarme, me dice que no conversamos nunca de música y es cierto.
Ponemos algo que nos guste, elegimos y opinamos, pero escribir, escribir, no. Corramos a la rumba con rumbo.
Nací en una familia muy musical, mi madre era pianista y mi tío por parte de padre, excelente tenor. Desde pequeño, mi madre se ofreció para que yo aprendiera a tocar el piano, pero algunos desde chiquitos sabemos que no vamos a dar una, en ese complejo asunto de la tocada.
Entonces me dedique a escuchar a mi vieja, joven en aquellos ayeres, flaca y guapa. Se escuchaban los acordes del piano desde muy temprano en la mañana y durante horas sin parar.
De ahí adquiero un variado gusto musical, no profundo pero sí aceptable.
En esos años de mi infancia, conocí de casi todo tipo de genero latinoamericano. Influenciado, además por las viejas películas de los 40 y 50.( Aquí detengo la marcha, poner nombres me hizo borrar dos paginas escritas). Créanlo.! Desde rumba de cajón, si ese de madera, hasta música folklórica de los Andes Peruanos, hasta mi Chile cobre y mineral. Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, Samba y Bossa lo máximo, Colombia y Venezuela con su música llanera. Bolivia, donde la flauta sé reinvento.
América no solo es musical, es el esplendor del aire que transforma en oro la suave creación de sus pueblos armoniosos. México, con su variedad de sones y mariachis, marimbas y tamboras.
El Caribe caliente como su aguardiente y rítmico como sus raíces mestizas de indígena, negro y español.
Escucho y algo sé de Shubert, de Paganini, de un gran español, Pablo de Sarasate. Disfruto mucho una rumba flamenca y una bailaora gitana, con esos bríos que se enseñan en la escuela de la vida, ese algo que la gente trae muy adentro y lo trasmite con fuerzas que no se pueden encasillar.
Me apasiona escuchar a José Antonio Méndez, Elena Burke, mas que a Omara, Elena tenia esa habilidad de trasladar, de involucrar con su melodía, algo que se debe vivir.
Disfruté mucho a Ramón Veloz y su excelente programa Palmas y Cañas.
La música es maravillosa, desfoga pasiones, cultiva, engrandece al hombre, lo transporta a situaciones emocionales impresionantes, nos permite disfrutar de sensaciones espirituales, Incita a la paz, al amor y a la hermandad.
La música por ultimo, la divido en dos para estudiarla, la que me gusta y la que no conozco. Resulta que el desconocer es una de las barreras que nos urge derribar en este mundo musical.

foto: Elena Burke, La Señora Sentimiento.

2 comentarios:

Carmen Rivero Colina dijo...

Ángel, que bueno está este post...por fin hablamos de música.
Mientras lo leía me acordé de un post tuyo de hace tiempo que hablaba de Mirian Bakena. ¿te acuerdas? Ahora mismo lo voy a buscar y para poner la referencia y añadir el video.
¡Que afortunada soy en tener una amigo como tu!
Un millón de besos

Carmen Rivero Colina dijo...

Quise decir antes Mirian Makeba y no Makena. jajajajaja