claraboya natural a mitad del camino.
Una de las exploraciones que mas recuerdo fue cuando un grupo de amigos pasamos por debajo de la tierra los casi 12 Km. De las grutas del Chontlacoatlan en Taxco, Guerrero.
Nuestro guía un avezado ex-boysscoutt , y gran conocedor de estos parajes me invito a participar, allá por febrero de 1990.
Como no tenia ni la menor idea de que necesitaba y demás cuestiones relacionadas, estuvimos un rato platicando con algunos de los participantes.
Me buscaron mi lata de aceite vacía, y la cera de Campeche, farol y me indicaron la ropa adecuada.
Salíamos al otro día por la madrugada, después de unas pocas horas desde el DF, hasta el vecino estado de Morelos, llegamos al lugar donde saldríamos a la superficie una vez concluida la caminata por las grutas.
Con todos los matules arriba, nos lanzamos a caminar para encontrar la boca del túnel, a doce Km. Cerro arriba. Cantando, riendo y bien motivados, arrancamos.
Al llegar nos deslizamos a rapel por un risco de unos treinta metros de profundidad. Y nos envolvimos en lo que teníamos a mano para librar él frió de una noche de febrero.
A las cinco de la mañana alguien grita: De pie! Como en los viejos tiempos de campamentos cubanos de la secundaria, y nos lanzamos mas puestos que un calcetín.
Un café a la carrera y a comenzar la parte mas dramática de la caminata, meternos al agua fría hasta la rodilla, Guao! Briirrrr. Agua que baja directo de losa volcanes y llega amuy bajas temperaturas, hasta la cueva.
Las lámparas de baterías, en la cabeza y las latas herméticas y barnizadas de cera para evitar filtraduras.
A mitad del camino un alto para la merienda, arriba una hermosa claraboya natural como a 100 metros del piso la luz del sol se clava con fuerza por el centro del orificio.
Nos sorprende Serafín siempre previsor, sacando de su lata innumerable emparedados de jamón , obsequio de la casa.
Él ultima tramo es mas pesado, el agua comienza a subir y por momentos flotamos al perder el piso.
De ahí lo practico de la lata que sirve de flotador a los que no saben nadar.
A medio día estamos divisando la luz de la salida, nos alegramos de haber resistido el largo trayecto sin sufrir raspones o picaduras de algún insecto o araña, sin jamás descontar a las víboras que abundan en esos lugares.
Afuera, una descansada y de vuelta al DF.
Valió la pena. Participé antes de irme de la Ciudad de México en dos expediciones a este lugar, las dos maravillosas y divertidas, eramos en total como 14 expedicionarios- amigos. Estoy seguro que continúan haciendo la trayectoria ahora con sus hijos.
yo no aparezco en este grupo, haganse la idea que fui el que hizo la foto.( a estos ni los conozco.)
Una de las exploraciones que mas recuerdo fue cuando un grupo de amigos pasamos por debajo de la tierra los casi 12 Km. De las grutas del Chontlacoatlan en Taxco, Guerrero.
Nuestro guía un avezado ex-boysscoutt , y gran conocedor de estos parajes me invito a participar, allá por febrero de 1990.
Como no tenia ni la menor idea de que necesitaba y demás cuestiones relacionadas, estuvimos un rato platicando con algunos de los participantes.
Me buscaron mi lata de aceite vacía, y la cera de Campeche, farol y me indicaron la ropa adecuada.
Salíamos al otro día por la madrugada, después de unas pocas horas desde el DF, hasta el vecino estado de Morelos, llegamos al lugar donde saldríamos a la superficie una vez concluida la caminata por las grutas.
Con todos los matules arriba, nos lanzamos a caminar para encontrar la boca del túnel, a doce Km. Cerro arriba. Cantando, riendo y bien motivados, arrancamos.
Al llegar nos deslizamos a rapel por un risco de unos treinta metros de profundidad. Y nos envolvimos en lo que teníamos a mano para librar él frió de una noche de febrero.
A las cinco de la mañana alguien grita: De pie! Como en los viejos tiempos de campamentos cubanos de la secundaria, y nos lanzamos mas puestos que un calcetín.
Un café a la carrera y a comenzar la parte mas dramática de la caminata, meternos al agua fría hasta la rodilla, Guao! Briirrrr. Agua que baja directo de losa volcanes y llega amuy bajas temperaturas, hasta la cueva.
Las lámparas de baterías, en la cabeza y las latas herméticas y barnizadas de cera para evitar filtraduras.
A mitad del camino un alto para la merienda, arriba una hermosa claraboya natural como a 100 metros del piso la luz del sol se clava con fuerza por el centro del orificio.
Nos sorprende Serafín siempre previsor, sacando de su lata innumerable emparedados de jamón , obsequio de la casa.
Él ultima tramo es mas pesado, el agua comienza a subir y por momentos flotamos al perder el piso.
De ahí lo practico de la lata que sirve de flotador a los que no saben nadar.
A medio día estamos divisando la luz de la salida, nos alegramos de haber resistido el largo trayecto sin sufrir raspones o picaduras de algún insecto o araña, sin jamás descontar a las víboras que abundan en esos lugares.
Afuera, una descansada y de vuelta al DF.
Valió la pena. Participé antes de irme de la Ciudad de México en dos expediciones a este lugar, las dos maravillosas y divertidas, eramos en total como 14 expedicionarios- amigos. Estoy seguro que continúan haciendo la trayectoria ahora con sus hijos.
2 comentarios:
Cómo me hubiera gustado haber estado allí con ustedes. una vez hice una excursión algo similar en el estado de Paraná allá en Brasil, pero para llegar aquel río subterraneo no baje haciendo rapel sino que entramos por una cueva y luego nos metimos en una charca y de ahí a tunel bajo el agua hasta el otro lado. Fue genial.
Oye ¿tu volverías a hacer un paseo de esos en la actualidad? Me apunto.
Besos
Claro que lo haria, solo requiero de unas cuantas cosa$$$$$$$$$$$$$ que no tengo.
Lo unico que tengo disponible es el deseo siempre.
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