viernes, 17 de julio de 2009

El alto precio de ser feliz.



Se recuerda siempre, aunque a veces no se desee recordar, por ser las experiencias no agradables. Consecuencias de ciertos actos dejaron heridas que no se quieren ni volver a tocar.

Pero hay un extraño placer en torturarse, en buscar indagar cada momento y sentir los silencios  y las mismas palabras repetidas, y hasta las manos sobre las manos y los ojos divisando a lo lejos un mundo de sueños que se construye en momentos y son sinceros.

Pocas cosas duran para siempre y aún esas las destruye el tiempo, lo dado en la pasión, si fue puro y los sentimientos que confluyen en esos minutos de entrega, no se miden por los tictac de un reloj, si no por las cosas que persisten en vivir en la memoria.

Superficiales palabras dirán algunos, pero yo que me precio de haber sufrido y no en vano, lo acepto, no puedo negar que sea esto que expreso incierto, hay momentos que se graban en la memoria y uno quisiera poder tener control sobre ellos, pero tiene vida propia, y la toman cuando quieren.

Basta media vez que una tonada cualquiera, esa si digamos, casi olvidada, comience a oírse y se disparan los fantasmas y de la bruma surgen espontáneas las lágrimas que nos recuerdan otros amores idos, lejanos y juveniles, reviviendo un mundo que nos dibuja realidades y matices que brotan de quien sabe dónde, como si ayer fuera ahora, como si el tiempo, ese canalla cómplice, nos tuviera reservada una platea en la historia tremenda de nuestra propia existencia desgarrada.

Esta felicidad que tengo, lograda a fuerzas de sinceros despliegues y curtidos caminos pedregosos, todo como debió ser, todo tan normal.

La he pagado, si supieran, día a día, hilo a hilo, lágrima a lágrima de mi vida, mi corazón lo sabe, por ello valora. Entonces ríe, ríe conmigo corazón, como si fuéramos dos locos que comparten una historia absurda. Al cabo han sido tan denso el pasado que si río aún, el sufrimiento de las derrotas y las perdidas, acallo.


Torres de Mixcoac. Mi primera residencia en México 1984.

2 comentarios:

Meulen dijo...

Uno nunca debe olvidar su historia amigo...es lo que nos hace auténticos en esta vida...y es lo que nos hace único en nuestra existencia.
Un abrazo estimado amigo.

Angel Collado Ruíz dijo...

Gracias Meulen, te felicito, tienes una pagina hermosa, un saludo angel