Se cumple un aniversario luctuoso más de los ataques terroristas en el metro de Madrid.
La respuesta violenta a la participación española en las confrontaciones de Irak y Afganistán.
Violencia respondiendo a violencia, donde las victimas acaban siendo personas inocentes y el terror desquicia todo razonamiento y amor por la vida.
Alguien pondrá una flor en un andén y se escucharán discursos para conmemorar la fecha.
Unos hijos no entenderán el porque no regresan sus padres y unos padres extrañaran a sus hijos, cuestionando tanta agresividad.
La vida sigue su alocado paso, queda la memoria y el sentimiento y la desazón amarga del recuerdo de la tragedia y la mente y el alma navegan en el tiempo.
El último adiós a la muestra inocente ofrecida para que unos asesinos calmaran sus ímpetus de sangre.
Hoy recordamos a nosotros mismos sentados en esos vagones atestados.
Expuestos a una furia sin principios éticos.
Dios traiga paz al mundo y nos colme de su bondad.
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