Es bochornoso apreciar el manejo a que se dejan someter determinados representantes de organizaciones que se nombran embajadores de la verdad. Pierden progresivamente el respeto que se supone debían haber alcanzado, cuando se muestran imágenes como las que ahora mismo 27-10-09 8am, proyecta la televisión en el programa Buenos Días.
Que seriedad ni respeto se puede sentir por la organización mundial de la salud y lo escribo con minúscula con intención, cuando su directora general, Margaret Chan viene a Cuba, felicita al ministro y recalca el buen funcionamiento del excelente sistema nacional que propagandizamos, aceptando la farsa muy bien montada que ponen ante sus ojos, del bienestar, las ventajas exclusivas que disfrutamos y el aporte que hacemos al mundo. Lo asegura, desde lugares donde los que dirigen la reciben con excelentes comodidades, estadísticas ajustadas, proyecciones a conveniencia y prebendas especiales que facilitan su credibilidad.
?Es posible que a esta altura del desastre que soportamos en las diferentes esferas, alguien desconozca el deterioro y mal funcionamiento de los servicios médicos ofertados al gentío¿ Simultáneamente, con las vicisitudes que admitimos, a esta señora le obsequian en nuestra cara, una comprometedora distinción, bien lejos de los deseos de los que sufrimos las desventuras de tener que acudir a un centro hospitalario, o a un policlínico cualquiera, que no sea el preparado para su importante comparecencia.
Ya no se esconden los funcionarios para dejar a la vista el desprecio con que somos tratados, la indiferencia ante los reales problemas existentes a todos los niveles, cuando saben que la multitud amordazada, nada puede hacer ni decir de quienes con cruel cinismo enarbolan al exterior la bandera del cuidado y la preocupación e hipócritamente, nos hacen sufrir con su despotismo.
Es redundar seguir describiendo la destrucción y el mal trato que crece por días en todo el país. La directora general, debió acudir para cerciorarse, a la guardia del ¨¨Hospital¨¨ Clínico quirúrgico 10 de Octubre, la noche pasada cuando la estaban condecorando, para que comprobara con sus propios ojos lo que ocurrió y luego si no tiene dignidad, aceptar la distinción que le otorgaron.
Eran las 6 de la tarde. Un paciente en sala se había arrancado el drenaje de la colostomía de una operación previa. Llamaron al único cirujano de guardia que en ese momento revisaba una apendicitis aguda con signos de peritonitis de más de 8 horas de evolución. Era el próximo preparado entre los cuatro casos que tenia pendiente para operar de urgencia. Sin otra salida, soltó la apendicitis y acudió a tres cuadras, en el tercer piso, con el ascensor roto, a examinar al paciente que anegado en heces fecales, en un ambiente pestilente, séptico, expuestos sus intestinos, exigía ser trasladado de inmediato ya que el salón de operaciones central en el mismo edificio, se encuentra cerrado por reparación. No había camilleros en la destartalada ambulancia y el cirujano con el residente, su único ayudante, en medio de la oscuridad por falta de luz, asumió ese papel bajándolo por la estrecha escalera en una camilla rota y manchada.
Al regresar, mientras preparaban para reintervenirlo, llegó otro caso procedente del interior de La Habana, con varias heridas por arma blanca y mayor riesgo para su vida. El de la colostomía, casi listo, fue sacado con premura por el asistente a la zona de espera, e introducido el apuñaleado por el cirujano, en el salón. La operación duró hasta las 4 de la mañana y fue un éxito. A esa hora, sin descanso, pasaron al de los intestinos fuera de su abdomen, terminando a las 6 AM también con buen resultado. El resto, con menos urgencia y mayor tiempo en el recinto, a esperar que el grupo entrante los atendiera. La apendicitis perforada luego de 24 horas de agonía , cargó las complicaciones propias del mal manejo, me entere después. Es difícil ponerse en el lugar de familiares y enfermos.
La intención no es agobiar sino exponer lo que muchos desconocen, que al ver en pantalla al ministro de salud cubano, tranquilamente complacido, premiando a una respetable huésped hablando de los valores de la medicina que nos enorgullece, enoja, molesta, y hace sentir impotente al que como yo, pudo ver lo increíblemente ocurrido ese día y ha comprobado otros desastres similares cotidianos, o al que con frecuencia es victima de la indolencia y la ineficacia del benefactor proyecto socialista que dice protegernos. Hasta a mi que soy medico y lo viví, me parece exagerado cuando lo redacto. Es demasiada maldad. Ellos, no la padecen, por eso tiene que acabar.
En esta resumida narración quedaron sin mencionar impedimentos y obstáculos vencidos por el camino a base de su propio esfuerzo por el único cirujano y su asistente, que atendían esa noche en el hospital. No fue una casualidad que estuviera trabajando solo. Se han jubilado quienes aun pueden aportar muchísimo. Fueron al internacionalismo los que muy necesitados pudieron clasificar. Han dejado la profesión quienes no soportan lo injusto y el mal trabajo. Dirigen una gran cantidad que no hacen guardias. Se fueron al exilio otro numero. No se consideran bien remunerado la mayoría y van en busca de sus necesidades hacia otras fuentes de entrada. Ellos, junto al personal paramédico disgustado, mal pagados, sin deseos ni vocación, empobrecidos, no respetados, conforman esa mayoría silenciosa en desacuerdo, desconocida para la señora Chan.
El régimen cubano en su tediosa mesa redonda critica a la extrema derecha que ataca la política de cambios en la salud del presidente Obama, desviando la atención, creando con su incapacidad económica, falsas promesas e ilusiones inexistentes, el problema. El hombre, lo resuelve con sus recursos, preparación y pericia, y nadie se entera, nada recibe que no sea su satisfacción personal incompleta al saber que pudo hacerlo mejor. Así es en todo, por eso, contrario a lo que señala la señora Chan, está garantizada la debacle.
He presenciado cosas parecidas en reiteración y cada vez se ven más normales los que mueren o se complican, sin consecuencias para nadie, con absoluta aceptación, justificando, por qué el compañero, José Ramón Balaguer, Ministro de Salud Publica, se ve con tanta tranquilidad en la ceremonia. La señora Chan, directora general de la organización mundial de la salud, se marchará con su medalla, hablando maravillas de Cuba y su flamante sistema sanitario después de haber disfrutado de las bellezas de nuestras playas y su palabra autorizada servirá de sostén internacional, al fracaso que nos envuelve.
El cirujano, por este camino, engrosará las filas de los médicos infartados, orgulloso de hacer su trabajo de 24 horas cada cuatro días gratis, en un cuerpo de guardia sin condiciones ni recursos, con un solo enfermero, un asistente guapo, el salón y el ascensor rotos, sin camilleros y, solo, hasta que El Hombre Mas Bueno Del Mundo lo perciba y reflexione sobre el asunto, teniendo en cuenta que el pudo ser la victima, o decepcionado de su invento, se decida a abandonarnos de una vez.
Tomado del blog de Lázaro González http://cubaindependiente.blogspot.com/
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