domingo, 6 de junio de 2010
Mi derecho a ejercer la libertad.
Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza… Gen. 1:26
Muchas personas confunden al hombre desde este pasaje bíblico mismo, Dios nos hizo a una semejanza espiritual, debido fundamentalmente a que él es espíritu.
El hombre tiene libertad total para hacer su propio destino y derechos .Pueden ser parecidos físicamente, pero no encontraremos idénticos sobre la tierra ni uno solo con otro.
Ese principio rige al mundo, si no somos iguales por fuera no lo tenemos que ser por dentro o en nuestros pensamientos, es cierto que podemos ponernos de acuerdo sobre infinidad de temas y postulados, eso se llama convivencia pacífica, se llama inteligencia.
Unos pueden pensar por ejemplo que Silvio Rodríguez el cantautor cubano es capaz de trasmitir sentimientos en una serie de conceptos y se respeta dicha postura, pero otros y me incluyo creemos y estamos convencidos que es un manipulador de masas y un testaferro del tirano.
¿Si no cambian de pensamiento los contrarios y nosotros tampoco debemos entonces pelear hasta morir?, eso nos convertiría en algo parecido a los primates u otras especies zoológicas, lo mejor es poder externar nuestras ideas, valorar y respetar los criterios propios o ajenos y aceptar que la verdad absoluta es difícil de hallar y trabajar en los puntos de acuerdo o consenso.
Eso aquí, en China o en Japón se llama convivencia pacífica, que en términos educados significa, te acepto, me aceptas y estamos de acuerdo en tal o mas cual cosa, o en ninguna cosa pero tenemos la madurez y la diplomacia de convivir pacíficamente.
El sistema tiránico cubano ha empobrecido la comunicación efectiva. Ellos desean oír algo y ese algo es lo que a ellos le conviene, descalifican inmediatamente al que opina distinto y lo justifican con sus alegatos, y sus puntos de vista.
Si así han acostumbrado a reaccionar a los prisioneros de la isla, que insisten en llamar ciudadanos, los que vivimos afuera no lo somos nunca más y nos damos el lujo de escuchar aceptar, discutir, negar, contrapuntear y disentir sobre todo o algo, con la entera libertad que nos da un mundo no perfecto, pero si mucho más avanzado cultural y políticamente, nadie nos juzgué en comidas ni bebidas, cantantes o bufones, somos libres y ejercemos maduramente ese derecho.
Si el cantor de marras es un panfletario y antes me gusto, ya no me gusta, y si alguien lo defiende no es mi enemigo, al contrario, respeto su opción a disentir de mi.
El Sr. Rodríguez ya no sirve a mis intereses, desgraciadamente va en contra. No me interesa escuchar a alguien al que no encuentro coherente con mis actuales intereses. Mas aclaro no es ni mi enemigo, ni mi verdugo, es sencillamente alguien que ya no me interesa. Y esto por supuesto involucra a un sistema dictatorial y espurio ensangrentado hasta la medula.
Y esto último nadie podrá negarme que es mentira. El que tenga ojos para ver y oídos para oír que lo haga.
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