viernes, 22 de mayo de 2009

Tom.

Cuento del escritor argentino Gustavo Yandros.

Los Sanchez cenaban cuando escucharon ruidos en la puerta. Corrieron a fijarse y vieron que se trataba de un perro que al parecer estaba perdido. Le sirvieron agua y comida. Horas mas tarde, como aún seguía allí, decidieron que durmiera en su casa. Al otro día Norma y Ruben, los jefes de aquella familia, decidieron echarlo. Pero ante la insistencia de sus hijos Mariano y Gonzalo para que se quedara sumado al hecho de que nadie había venido a reclamarlo optaron por hacerles caso. De a poco todos le fueron tomando cariño.

Mariano y Gonzalo se la pasaban horas enteras jugando con él, Norma lo bañaba y le daba de comer, Ruben lo llevó al veterinario. Y al ver que su amo seguía sin aparecer se adueñaron definitivamente y lo llamaron Tom. Las semanas transcurrían y Tom se hacía cada vez mas querido entre los habitantes de esa casa. Cuando oía ruidos o tocaban el timbre iba a ladrar a la puerta, si alguien se lastimaba le lamía la herida hasta que dejara de sangrar. Tampoco faltaban las mañanas en las que iba con Ruben a comprar el diario, las tardes que hacia compañía a Norma mientras barría la vereda o las veces que seguía a Mariano y Gonzalo a la esquina a reunirse con sus amigos y se ganaba el cariño de todos los chicos.

Años después los Sanchez veian que su mascota ya no era la misma. Corría muy poco, le costaba subir las escaleras y en su boca no tenía todos los dientes. Un Domingo, Mariano y Gonzalo fueron a jugar al fútbol a la plaza con sus amigos. Como era habitual Tom los había acompañado. A veces se revolcaba en el pasto, otras intentaba agarrar la pelota. De pronto vió que cerca suyo había un grupo de perros siguiendo a una perra. Se dirigió hacia allí. Como estos no frenaban la marcha optó por imitarlos. Así fué como se alejó de la plaza recorriendo calles y avenidas, pisando veredas que jamás había pisado.

Una vez que los chicos terminaron de jugar compraron gaseosas y se sentaron a esperarlo. No tenían miedo a que se perdiera, ya que conocía la zona y siempre regresaba. Tal como ocurría las veces que Ruben iba a tomar algo al bar, donde luego de acompañarlo hasta la entrada desaparecía para volver a su hogar como a las tres horas. O cuando Norma salía a hablar con alguna vecina y se iba a dar vueltas por ahí perdiéndose de vista por un largo tiempo. Sin embargo esto no sucedía. Las horas pasaban sin que Tom aparezca. Ya se había hecho de noche y los integrantes de aquella familia seguían sin saber nada. Lo que provocó la ira de los padres contra sus hijos. Temían que le pasara algo malo.

A la mañana siguiente Ruben apenas se levantó, corrio hacia la vereda creyendo que lo encontraría allí durmiendo. Hecho que jamás ocurrió. Durante varios días lo buscaron por todo el barrio pero no tuvieron noticias. Lo que los llevó a lamentarse y perder las esperanzas de encontrarlo. Meses después mientras cenaban escucharon ruidos en la puerta. Corrieron a fijarse y vieron que se trataba de una perra con cinco cachorros similares a Tom.
22 Mayo 2009, 03:36

http://yangus00.blogspot.com autor: Gustavo Yandros, Buenos Aires. Republica Argentina.

4 comentarios:

Carmen Rivero Colina dijo...

Me ha encantado la historia. Yo soy una boba para los perros. Me vuelven loca, Ángel. supongo que es porque todos los perros se conocen.
Besos

Gustavo dijo...

Gracias por el comentario que hiciste en mi blog y por haber pegado aca el cuento. Vos tambien escribis bien.
La unica diferencia es que yo no soy escritor. Simplemente me gusta escribir cosas. Te mando un fuerte abrazo y adelante con el blog. Chau

Angel Collado Ruíz dijo...

Carmen decia un perro cubano a uno puertoriqueño, tu me vez ahora que soy un perro chihuahua, pero en Cuba era un pastor aleman.

Carmen Rivero Colina dijo...

¿Con qué un pastor alemán, eh? jajajaja
Eres tremendo
Besos