Si fuéramos a enterrar en él
bullicio de las calles
la multitud de palabras que nos lastiman
entre las sordas congestiones
de las plazas
volcadas hacia el centro inevitable
de sus egoísmos no asumidos.
No habría reclamo injusto, ni prisa detenida.
Solo silencios y esperas
de tiempos que abrigaran nuevos horizontes
profanando la atadura de los reclamos
demandando a la libertad ser esparcida
como nueva fuente de visiones
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