Mundos que naufragan asidos de la nada
Destruidos por las ambiciones
Despoblados de ríos claros que olvidamos
Esporádicas llegan las primeras lluvias estivales
Desolados los árboles, huérfanos de los pájaros
De todos los colores que hacían su nido
En las ramas, ahora secas de los abedules
Vagando quien sabe donde
Sin vuelo fijo.
Como las Monarcas
Antiguas dueñas de los soles
Entre los latidos misteriosos
De los mundos amados de los Huicholes
Devotos al sabio secreto de la vida
Las grietas se ahondan
Y las espinas hieren las manos
Un latido lastimero y profundo
De garganta abierta entre altas montañas muere
De sed.
Los niños miran la espesa bruma que baja del bosque
Y sueñan con los viejos cuentos de hadas
Mientras los ancianos sentados en derredor del fuego
Arman de consuelo las finas palabras de los oráculos
La tierra muere enferma de ambiciones huecas.
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