Se han reunido en la bella isla de Trinidad y Tobago, la mayoría de los presidentes de América Latina y el Sr. Obama, marco que sirvió de pretexto para romper el hielo, entre un presidente que busca deslindarse de la mala fama creada por sus antecesores y otros que responden al mosaico variopinto de enfoques convenencieros en sus peculiares conceptos de democracia.
Y Cuba como el eterno fantasma polarizante y antagónico. Presente, aunque ausente, simbolizando mas que el caudaloso río Bravo, la frontera moral que divide al continente americano.
Vimos un Chavez de Venezuela, ávido de protagonismo e incoherencia, un presidente mexicano rebasado por países como Brasil que poco a poco han ido ocupando el puesto de líder que tenia México en el consenso de las naciones nuestras. Venezuela representada por un caudillo que dista mucho de tener la diplomacia acertada que se requiere para mirar el águila negra del Potomac, en una época de cambios, que de por sí marcan un capitalismo que se recompone y fortalece para hacerse dúctil y moderno, a diferencia de una tierra de cohechos, fraudes y tiranos que buscan alterar las cartas magnas para perpetuarse en un poder que los ha de convertir en antitesis de lo criticado.
Y Cuba enfrentada a su eterno dilema de que escuchemos el tan ansiado compromiso de transitar, por el deseo de su pueblo, de una férrea dictadura a un régimen que acepte, de una vez y por todas, derrumbar por ineficiente las barreras obsoletas del odio que divide a sus propios ciudadanos, aceptando en la pluralidad de pensamientos la esencia misma de la libertad que pide sin pretender nada a cambio.
Esperar que el grande y poderoso imperio, se derrumbara no es la solución a nuestros problemas hemisféricos, mejor es juntos construir una civilizada zona de confort económico, para los pueblos que sufren las vejaciones de sus propios presidentes y poner la muestra para que el ajeno vea como mensaje de respeto propio.
Espera América toda, el próximo paso de Cuba, la hora de la verdad a llegado sabremos al fin que desea verdaderamente. La mesa esta servida.
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