viernes, 19 de diciembre de 2008
Disquisiciones irreverentes sobre la tristeza.
Se fueron de vacaciones las tristezas, en los bucles de las niñas que semejaban espirales de humo, todas tienen un destino prefijado, las mías se han quedado a observarme. Desde lugares tan distantes se visitan y miran un nuevo amanecer, conjuran al unísono para olvidarme, pero al no mencionarme conspiran contra mí, sintiendo que se fortalecen entre ellas, sabiéndome cansado y agobiado de penas, aún tal vez mas abrumado de lo que ellas piensan gozandose. Todos sus caminos los he recorrido y más aprisa, tal vez, sin embargo no dejan las tristezas de sondearme en las noches cuando pongo cansado la cabeza en la almohada y recorro el panorama diario, los haberes y las deudas incobrables de la historia como todos voy pagando con una cuota que escurre en la oscuridad de mi cuarto inundándolo todo. Cuantos pecados acumulados, cuantas palabras dichas sin pensar en las consecuencias, nadie estuvo para darme un consejo a tiempo, todo lo he remendado solo con el hilo del tiempo, a cada cual cuando puedo llamo y acepto callado, como son y como actúan, las tristezas se alborotan en diciembre, enfrentadas entre si, dime tu si es mucho lo pasado, si vamos a olvidar o vamos a tatuarnos las cosas que un día fueron dichas para exhibirlas públicamente, el tiempo dio parte de esa historia, atrapados, siendo oportuno mirar donde se esconden los últimos pensamientos y los mas hermosos sentimientos, junto a la orilla de los sueños superficiales de los muertos que velan por sus descendientes, tal vez del otro lado de las cosas subjetivas y aladas que no ven los presentes. Habitando la otra cara visible de mi vida, con los días colmados de estrellas que pones al pie de la alfombra mágica cuando soñamos, al menos vagar mirando las vidrieras atiborradas de cosas que se venden, nos hace sonreír juntos después de tantos años convirtiendo en pompas de jabón los pesados muros de la vida. Y del pasado. Por ti se alejan las disquisiciones del discurso sombrío, entras con tu luz de realidades en mi mundo habitado de fantasmas, desempolvas con palabras tiernas y sencillas los anaqueles de mi alma. Haciendo huir sin miramientos las brumas que se agolpan temerarias en mi mente. Las tristezas alimentan al poeta, ríes, me quieres cuerdo y analfabeto si es preciso, sin esa melancolía que se esconde detrás de mis continuos chistes y mis bromas pesadas, me haces mirar al niño que una vez fueron correteando las sombras inatrapables de las nubes con formas de jirafas y rinocerontes, no mires atrás esperando que te quieran, mira hacia delante y deja que el amor las alcance.
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