Vivo y cuanto habito encierro, en un mundo
alucinante
De locos dichos y desafiantes retos.
Plagados de antiguos personajes
que deambulan sin permiso, un universo
tibio que ya no les pertenece.
Dejando su aroma descansar de hastíos
afloran los perfumes mejores
en la matinal existencia.
Si la amo, no tengo que escribirlo
en todas las paredes de la escuela
lo grabo en los labios no besados,
en mis círculos más íntimos de celos.
Consumados en los olvidos
y en las oquedades fantásticas del gesto
con que atinas a mirarme de soslayo
cuando después de regañarte
te profeso derrotado mi amor, en un perdón eterno.
Mas mustio que estos versos míos.
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