martes, 30 de diciembre de 2008

Cantos de Tir na n-Og. Iván Pórtela

Santa Clara, es una ciudad del centro de Cuba. Cierro los ojos y mi mente vuela hasta allí, en Ezquerra e Independencia pase, siendo niño, casi todas mis vacaciones de verano, en la casa fresca y humilde de mi bisabuela Josefina.
En las mañanas mi tío abuelo Modesto, se convertia en niño y nos íbamos a divertir de lo lindo tirando piedras al rió que estaba cerca del cuartel Leoncio Vidal, y del cual había sido miembro hasta su jubilación forzosa, después de la Revolución.
La ciudad de Marta, pulcra, tenia el vicio de la cultura, por los años que describo, no rebasaba los 40.000 hab. Y era considerada la Atenas de Cuba, poetas, músicos y cuanto tuviera que ver con arte tenia allí, desahogo natural, mi madre comenzó sus estudios de piano en Santa Clara y los concluyo al mudarse, en un conservatorio de la Ciudad de la Habana.
Por que mezclo todos estos recuerdos con un libro de poemas de un escritor Villaclareño, naturalizado Mexicano y devoto ferviente de la cultura Celta, solo Dios entiende las ramificaciones oraticas de los cubanos, cuestión que me agrada señalar, muy al contrario de lo que un día menciono Cabrera Infante, el Gibareño ilustre y despampanantemente irreverente al decir, que el cubano solo era trágico en la locura, acaso se puede ser fuera de ella, o ajeno a ella. No lo sé.
Iván nació en el lugar que menciono, tal vez jugo a tirar piedras en aquel rió donde yo iba con mi tío, era un rió publico, no sé ahora, y estoy seguro que como yo, fue muchas veces al zoológico cerca del cementerio y corrió detrás de las niñas por el parque Vidal y fue al teatro Calderón y vio pasar al Che con su brazo vendado, yo no, no lo vi pasar ni vendado, ni embalsamado.
Ahora se dio la oportunidad de vernos en la Ciudad de los palacios, la imponente Tenochitlan adulterada y contaminada, me autografió su ultimo libro y nos tomamos como sesenta cafés en Coyoacan, no tantos, luego van por ahí la gente mal intencionada diciendo que los cubanos somos exagerados, Coyoacan, significa ciudad de los cafés y de los hippies, los coyotes han quedado circunscritos a cuestiones inherentes a tramites administrativos de la mencionada delegación. Por cierto, aprovecho para reclamar el abandono injustificable de los jardines de la Iglesia de la Conchita, lugar histórico y agradable, esta más patético que el desierto de Sonora a las tres de la tarde, en fin delegado haga honor a su apellido.
Iván, es un poeta complejo, no por que quiera comer quesadillas con cuchillo y tenedor o pida una tortilla extra para comer lo que se le escurre de las quesadillas que le sirven, no entiendo como lo hicieron mexicano, en vez de aprenderse el himno, tenía que haber sabido comer comida mexicana.
Este poeta sofisticado tiene publicado la punta del iceberg de su producción literaria, si no fuera mi amigo yo diría que es uno de los poetas cubanos vivos más talentosos, pero me limitare a decir que es muy bueno, claro ustedes dirán, es su cuate, cuando lo que deberían decir es: y este que sabe de poesía para opinar así, si usted no me cree, cosa que no tiene por que hacer, lo invito a que lea estos poemas que saque del libro que da titulo a esta historia.
Lean pues y sepan que a pesar del cariño y aprecio que siento por Iván, lamento que en México la poesía sea un culto privado, sacerdocio de unos pocos privilegiados y reducido número de adoradores, el país que en una época de gloria dio al mundo al rey poeta Nezahualcoyotl, padre en verdad de la poesía nacional o una mujer liberada a pesar de sus hábitos como fue la ilustre Juana de Asbaje, o él magnifico Amado Nervo, lo mas puro del final del romanticismo en esta tierra.
La gente casi no lee, la cultura vive su peor época y el pais pierde.
Aquí los dejo con mi amigo, el poeta Cubano-Mexicano más interesante de esta época inculta que nos ha tocado vivir, espero que sea de su agrado.
Cualquier opinión pueden hacérsela llegar a su correo que pongo a disposición de ustedes. torosagrado@hotmail.com Gracias.


Respuesta al grito del ciervo.

Quiero escuchar el grito del ciervo
en los bosques lejanos. Estoy solo,
solo y el corazón de algún recuerdo
se atreve hoy a cantar en compañía
de esa mi loca necedad de aeda...
Allá en pleno torreón , Inisheer blanco,
verde violeta, silencioso y puro,
los monjes estuvieron en sus muros
y yo rasqué la tarde con mi espada,
allá en el bosque. Kevin. La nostalgia
y el grito de aquel Ciervo que nos canta:
“Cristo en el corazón del que en mí piense”.
y yo , con esta sensación de espada.

Inisheer



A dos pasos de Martello Tower.

Oí cantar
los pájaros
sobre el techo
Mojado
de los Done
en el senil
y loco Sandycove
y el águila
en los viejos
tejados
me da el extraño
pavor de lo perdido...

Nubes de Sandycove... Ebrio de Joyce




En lo profundo.


No andar como poeta sino serlo,
No aparentar la dicha... ¡ ser dichoso!
No hablar en demasía, ¡ ser silencio!
No comentar el mal santo, abatirlo,
No desear lo inalcanzable, ¡alcanzarlo!
Duro materialismo, amarilla indiferencia,
Crueldad grisácea, egoísmo estúpido,
Insensibilidad, vulgaridad, dureza,
Debilidad... todo se une _lazo escurridizo_,
El paso de un poeta que orbita cana y sueño.
Sombra, basura y la miseria humana,
Incomprensión, ascos incontables...
¡ Erin! ¡Erin!, eres tan verde!

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