martes, 19 de enero de 2010

Hermanos

No hay odio de razas, porque no hay razas. Los pensadores canijos, los pensadores de lámpara
enhebran y recalientan las razas de librería, que el viajero justo y el observador cordial buscan en vano en la justicia de la Naturaleza, donde resalta, en el amor victorioso y el apetito turbulento, la identidad universal del hombre. El alma emana, igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la Humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas. Marti.

Hoy he visto llorar a un hombre haitiano, con su hija cargada, hablando con voz entrecortada en un Castellano correcto, sobre el dolor que lo agobia al ver la situación tan desesperada en la que se ven envueltos ellos, su hija, y sus conciudadanos.
Todo un país envuelto en una gran tragedia sin asomo de solución a corto plazo.
La periodista le dio algunos plátanos, tal vez algo más.

Quiero hacer un apartado sin mencionar a dicha reportera y televisora, que tienen como común denominador sacar la parte mas amarillista de los sucesos para un publico nacional que reacciona por habito a este tipo de noticia.

La realidad supera cualquier manipulación efectivista. El pueblo tiene hambre y existe una profunda crisis.

Me llegó al alma la escena. Recordé una ciudad de México abatida por las mismas circunstancias. Y valoro la capacidad y el alto grado de solidaridad vividos en 1985. Donde en ningún momento hubo pillaje o vandalismo.
Esto demuestra el grave deterioro de la vida en el país caribeño. Un drama que nos lleva a repensar las políticas publicas. Pero nos enfrenta a los enormes retos, a los que la ambición y la indiferencia mundial, lleva a los mas necesitados.
Sea el lugar que sea y disponga Dios las tonalidades de piel y las lenguas en las que se comunican.

Ahora es momento de ofrecer una reestructuración sin demagogias. No basta todo el petróleo del mundo, ni todos los marines norteamericanos. Se requiere de mucho corazón y hermandad para superar el trauma y renacer de los escombros.





foto: la jornada, México.

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