Ayer celebraron en Cuba el día de las madres y hoy sucede en México. Siempre es agradable felicitar a las madres, y la fecha aproxima a la familia que opta, sobre todo en México, por el fiestón y la música.
Sin embargo quiero enfocar desde otro ángulo este día de las madres que celebran ambos países que me vincula.
Cuba, con unas madres convertidas en Damas de Blanco, para denunciar a una tiranía decadente y siniestra que propicia que los presos mueran de enfermedades y torturas , considerando a la disidencia pacifica como un delito, atentando y violando los elementales derechos del ser humano a expresarse con entera libertad.
A estas madres toda mi consideración, respeto y solidaridad, ellas no saben de fiestas, ni de música, ellas luchan entre turbas enfurecidas y gritos de policías encubiertos, esquivando y recibiendo andanadas de golpes y humillaciones, pero firmes en la protesta pacifica.
Un día Dios les hará justicia y cuando ya no tengamos la podredumbre de los tiranos y las ratas comparceras hallan vuelto a sus cloacas, ellas serán homenajeadas como merecen, con todo el amor y la ternura que les debemos.
Otras madres cubanas viven en continua preocupación y sufrimiento en la isla prisionera, aquellas que no tienen a sus hijos cerca, aquellas que los perdieron desaparecidos en un estrecho de mar convertido en frontera de odios.
Las que perdieron a sus familiares en las prisiones oscuras y terribles de la dictadura fascista.
A ellas van mis palabras, porque en su corazón la huella de lo vivido es honda y difícil de cerrar la herida.
Y para aquellas que indiferentes al dolor y el sufrimiento prefieren callar y mirar hacia otro lado, va también mi amor por el único motivo de ser madres.
Y de este lado mexicano, pongo ante las propias, a las madres que han perdido sus hijos en un cruce de frontera, porque los gobiernos mediocres se desgastan en discursos huecos la dignidad de ofrecer a este pueblo bueno una opción digna de empleo.
A las madres que sufren la crisis económica, a las que saben que ya no alcanza para un taco de frijoles y un poco de chile, mientras los ricos no tienen llevadera.
A esas madres amigas y conocidas que luchan cada día por su derecho a una mejora de vida, para sus hijos, a todas aquellas madres de Hermosillo, que esperan frustradas la impartición de una justicia que no llega. A las madres de las muertas de Juárez que acabaran en el olvido. En fin a la mujer combativa, luchadora, hermosa en su valentía y que me hacen sentir orgulloso de ser sin serlo, mexicano.
Y a mi compañera querida, que por respeto a cuanta madre sufre hoy, sin ser su caso y contar con el privilegio de no haber pasado ninguna tragedia, solo sufre pequeños raspones de la vida, que gracias a Dios soportamos juntos.
A todas las madres cubanas y mexicanas un beso.
Y para ti, mi Nancy, amor de mis amores, un eterno agradecimiento.
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