Entristece saber de las muertes de más de 150 personas por las lluvias torrenciales que suceden en Río de Janeiro, Brasil.
Los fenómenos naturales demuestran magnitudes extraordinarias. Ante las cuales el ser humano requiere destinar sumas cada vez mayores para prevención, que eviten este aumento fatal en vidas y pertenencias.
Ningún rincón del planeta resulta a salvo de tales desgracias, solo confiamos en la capacidad y la voluntad de gobiernos y personas para hacerles frente.
Aunado a ello se pide una mayor capacidad científica-técnica, de parte de los gobiernos para lograr anticiparse lo más posible a este tipo de fenómenos y ser más exigentes en la distribución de los espacios habitacionales.
Confió en Dios que sabrá atenuar la pena de tales familias y la ayuda nacional e internacional, para la reconstrucción, no se haga esperar.
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