sábado, 18 de octubre de 2008

Desde la prisión de mi mente.

libertad es el derecho que todo hombre tiene a ser honrado, y a pensar y a hablar sin hipocresía.
J. Marti.


Las campanas tocaran al amanecer para dar la libertad a los esclavos.
Pero aún la libertad no ha llegado a mi pueblo.

Se han quedado sin voz, no pueden escribir, ni hablar libremente.

Para el que goza del don de poder expresar sus pensamientos, estas cosas no han de resultar ajenas.

No podemos cerrar los ojos ante las injusticias y mirar por la ventana y ver a nuestros hijos jugando expuestos a padecer lo mismo que otros niños del mundo donde no existe un proyecto de futuro por la ambición de unos pocos.

Al matar la libertad se obliga al pueblo a vivir bajo la voluntad del que manda, y se vuelve en pobreza la vida.

Abusan los tiranos de los pueblos humildes y los condenan a vivir en silencio mientras les hurtan sus derechos y les envilecen su casa.

Son tan burdas sus mentiras y alevosas sus patrañas, que arde la sangre de los hombres que gozamos de libertad.

Ni es el discurso sincero el que se le impida al hombre el derecho de expresarse.

De la expresión individual podrá salir la frase mordaz, pero ha de brillar el sol de la idea fecunda.

Que ha dado Dios a todos capacidades que se acomoden para crear con el concurso de todos.

He vivido sin libertad.

Vigilado por esbirros que no saben pensar.

Y ahora que vivo en libertad estoy más carente de ella.

No puedo alcanzar un goce del alma por que mi mente sigue entre rejas, en otros que las resienten.

No quiere el Tirano que alguien le cuestione, lo que ha hecho con la Patria.

Acaso la encontró pobre y miserable.


O prospera y trabajadora.

Acabaron con Cuba.

Ni una sola de sus avenidas, queda intacta para, al caminar por ellas, recuerde el caminante épocas mejores.

La gente ajada y taciturna.

Cadáveres vivientes.

La esperanza puesta en algo que nadie puede ni imaginar, ni descubrir.

Mientras pasan los mandos de un lado a otro, obligados por las circunstancias y el pueblo espera un pedazo de pan.

A España deben su libertad muchos hombre, y otros aguardan el día de poder agradecer.

Yo miro al cielo y oro a Dios, por los que están y han de estar de nueva cuenta presos en calabozos húmedos, en oscuras celdas y en lugares perdidos.

Por defender ese instinto valido de la libertad.

Nada bueno se construye sin la libertad.

Ni puede el cantor servir al tirano y cantar a la libertad.

Los escritores, omitirían párrafos enteros si cantaran odas al tirano.

Enlodando su pluma, mas de uno lo sabe, que asco.

Pero no escriben acaso, con el temor a ser censurados.

Tantos que al decir privilegiaron el decoro y alimentaron la libertad, han visto deshacer sus vidas. Creando y muriendo en el exilio.


Aún están viviendo en lo oscuro un grupo de hombres que no merecen castigo.


Y esas mujeres que visten de blanco, acaso no lloran por las madrugadas.

Sufriendo la prisión juntamente con ellos.

Sus maridos presos en infames celdas.

Y la libertad?
Valdrá la pena?

Al otro día temprano se secan las lágrimas y vuelven a gritar al mundo la ignominia, a fustigar con su sola presencia, dignas como Marianas.


No hay pena mayor que verlas pasar expuestas, en su valentía, desafiantes ante el vituperio de los grupos insensatos.


La libertad se sufre y se anhela, es como el rocío que da vida a las flores.

La vida misma.

Mi conciencia esta presa y mis ojos, pero tengo la libertad igual que ellos en mi corazón y mi cabeza.

Cuento las horas y los días por que nada detiene la caída.

Todo se viene abajo, estrepitosamente, por que sin libertad no hay proyecto que funcione ni ser humano creativo.

Entiendes esto, verdad que lo entiendes?

No estoy loco, no sueño, no sonaron para mí también esas campanas?

En el piso frío y húmedo de mi celda sueño con la luz del sol.

Has estado preso, sabes que se siente, no poder abrazar a tus hijos, besar a tu esposa, acariciar los blancos cabellos de tus padres.

Mi único delito es haber dicho, Libertad.

Nunca más sin libertad, nunca más.

Pero no la libertad.

Ni la esperanza, nunca más.

NUNCA MÁS!

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