viernes, 3 de octubre de 2008

De mi jardín a Elíecer


La libertad de expresar los pensamientos, es un arma mortal imperdonable, una sutil bofetada a la cultura controladora de los tiranos.

El caso Padilla, continua siendo una piedra en el zapato de la Revolución Cubana.
En su momento quebró las plumas más selectas del boom latino americano, que puso de uno y otro lado las conciencias y las preferencias de los trabajadores de la palabra.

¿Cuál era el mensaje enviado al humillar al poeta Padilla?
Era la forma de dar un escarmiento público a la libertad de expresarse.
Evidentemente.

Estoy casi seguro que el joven Eliécer no sabe quién fue este poeta maldecido por la cúpula Gobernante y algunos intelectuales oportunistas.

No sé si sepa que el autor que mejor domino del lenguaje ha tenido en Cuba se llamó José Lezama Lima, que también son famosos, Severo Sarduy, Piñera y Arenas, pero sus preferencias sexuales los convirtieron en personas no gratas.

Paradiso es una obra maestra de la literatura mundial. Inmoralmente inmortal.

Otro gigante de la escritura fue el jibareño Cabrera Infante, infante terrible.

Describe el paisaje urbano de la Habana con un realismo y un desparpajo supremo.

Como si de hacerte ver un film se tratara. El descaro de la palabra llevado a su máxima expresión.

Eliécer tampoco lo debe conocer.

No sabe de la amante unisénica o de la gorda que cantaba bolero.

De aquellos días de penurias en los que una familia socialista de cuna, proponía con sorna, cine o sardina.

Estos grandes infelices escritores salieron del aire nacional, se convirtieron en los libros que pasan de mano en mano subversivamente.

Los lees y los haces circular, son el complemento de la cultura nacional que la nación no edita.

Las librerías no lo tienen, gastan en imprimir libros que pasan sin penas ni glorias.

Eliécer no es escritor ni actor, escultor o pintor, pudiera ser poeta, pero quiere ser granjero, leí su carta pública a Kaos, pero esta memoria que Dios me ha dado, me hizo pensar, no sé por qué en el poeta Padilla.

Mea Culpa al cuadrado.

Quiere aclarar que no es enemigo.

Padilla tampoco lo era, ni Cabrera Infante, mucho menos el maestro Lezama.

La Revolución sacrificó intelectuales, como requisito de facto una fidelidad fiel a Fidel, retomando ese juego de palabras típico de Guillermo.

Ahora Eliécer envía esta carta.

Espero que no se arme un foro para escucharlo decir que no hubo nada malo en lo dicho, mientras se desgarra las vestiduras significativamente. Como antaño fue obligado el poeta Padilla a hacerlo en un salón de la UNEAC.

Queda la duda tras la carta inevitablemente.

Lo dicho, dicho está y lo contestado también.

Atrás o adelante no cambia ni un ápice la situación de fondo, la percepción que queda es álgida, después de 37 años los métodos no han variado, ni en lo cultural ni en lo político.

Auto flagelación o exilio.

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