"Yo amo a Fidel Castro", con está declaración a una revista norteamericana, Osvaldo Guillén, el manejador de los Marlines de Miami, se metió de lleno en terreno minado.
No creo que una expresión así, sea dicha a la ligera, respeto cualquier declaración hecha por la persona que sea. Comprendo que muchos aman al dictador más antiguo de América.
Es su derecho y debo ser realista y aceptar que los tiranos también tienen seguidores, y muchos más de los que creemos. La protesta de la comunidad cubana es valida, como también es valido que este personaje diga lo que se le peque en ganas. Es muy respetable su opinión.
Yo no amo a Fidel Castro, mis razones son las que me trajeron a este exilio. Las mismas en general que padecen otros compatriotas que viven lejos de la patria en diferentes partes del mundo.
Me duele que alguien que vive, no solo bien, considero que muy bien, en un país donde no le falta nada, sea capaz de amar a quien le arrebata la libertad a un pueblo y lo esclaviza y reprime de la manera más brutal y despiadada.
Pero mi respeto hacia la libre expresión impide que apoye cualquier tontería de cancelar cinco jornadas deportivas y manipular todo el asunto y acabar diciendo que ese salario no pagado será donado a alguna causa para la libertad de Cuba, etc.
Esas cosas se me hacen ridículas y antidemocraticas. Y pone de manifiesto que tanto la dictadura , como ciertos segmentos del exilio se manejan de manera similar.
Mientras esto persista, la madures política no va a ser lugar común que nos permita crecer como nación civilizada.
Aceptemos que hay personas que aman a los tiranos. Luchemos por explicar, porque el tal, no es digno de ser amado. Desterremos el odio y pasemos al terreno de las ideas, donde todo se puede rebatir y respetar.
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