En Cuba todo se polariza rápidamente, al no saber convivir en el respeto al pensamiento ajeno, todo se vuelve un " si no estás conmigo, estás contra mi".
El gobierno dirige iniciativas, y pone al frente de ellas a personajes que se presten para ese juego. Por ello no hay espontaneidad alguna en lo que se manifiesta.
Están tratando de minar a un exilio que vive en libertad, ofreciéndole reconocimiento, cosa que se oye bien debido a la dificultad que se padece para abrirse camino en otros lares.
Pero desde mi particuar punto de vista, no se debe violar los principios que hicieron que uno emigrara y rompiera los lazos con la dictadura cubana.
La falta total de libertades para expresarse es quizás el más grande de todos ellos.
Aceptar ser parte de algo que nos censura , limita o condiciona es aceptar seguir el juego a la dictadura.
Ahora que su monolítico control se resquebraja y personajes como Pablo Milanés emite opiniones contrarias a las oficiales o escritores tocan ciertos temas que antes no podían ser tocados o cosas así, no debemos creer que existe libertad para opinar o expresar ideas.
Ese tiempo aún no llega.