México, territorio donde vivimos aproximadamente
115 millones de personas. Cada día escucho las noticias, veo la violencia que nos envuelve y
me duele ver la indiferencia que va naciendo en muchos.
El encarecimiento de la vida, las
dificultades del diario vivir.
A veces parece que no tengo otra
cosa más importante que hacer, que ponerme a meditar sobre asuntos nacionales
que perturban mi mente.
¿Qué está sucediendo en México?
No con el afán de buscar culpables, si no con el sincero deseo de entender la
espiral de violencia que se ha generado desde hace unos 20 años. Y se ha
recrudecido desde la década del 2000.
Estamos transcurriendo nuestras
vidas sobre un suelo colmado de riquezas. Por todos lados se puede notar el
desarrollo industrial, la infraestructura moderna, el parque vehicular en
general es moderno, enormes plantas y edificios.
México es rico en materias
primas, minerales estratégicos, petróleo, oro, plata, otras veces he mencionado
el tema.
En mucha cantidad de países del
mundo los mexicanos trabajan de sol a sol forjando la riqueza de otros. Pues aquí no encuentran condiciones aceptables para mejorar su expectativa de vida.
Algunos miles sobresalen por sus
cualidades excepcionales, lo que indica que no somos un pueblo sin preparación.
¿Por qué entonces existe tanta
pobreza, tanta falta de valores, violencia, timo, corrupción? Indolencia,
apatía, indiferencia hacía los otros.
Podemos culpar a la droga, los
vicios de todo tipo. Al depravado mundo en que nos ha tocado vivir. Tantas
cosas pueden servir de justificantes.
Sin embargo mi mente se sumerge
en las raíces. Dónde se perdió el piso y se comenzó a construir este edificio
siniestro.
Si tenemos riquezas probadas por
qué el obrero vive tan limitado, si somos de las primeras economías del mundo
por qué hay más de 50 millones de pobres, un poco más, casi la mitad de la población, son
cifras terribles.
Por qué tanta inseguridad, mucha
desconfianza en la autoridad de todo tipo, recelo incluso de las personas en
general.
Se vive como si fuera a pasar una
gran desgracia, un temblor colosal, un apocalipsis prematuro, algo descomunal y
bárbaro que nos borre a todos.
Sin embargo lo que más sacude es
la impotencia de no ver resueltos los parámetros fundamentales de bienestar,
civilidad, justicia y orden de todo tipo, honestidad diría yo. Existe un
profundo irrespeto por la honestidad al punto que ser honesto, es la excepción en vez
de la regla.
De poco vale estar parados sobre
una mina de oro, si sabemos que jamás los poderosos, ricos, industriales, políticos, harán algo para
compartir de manera razonable el beneficio del trabajo, la plusvalía con
respeto y honestidad, con la sinceridad de reconocer el esfuerzo del obrero y
del campesino.
Se ha perdido el sentido de
nacionalismo, de patria y el orgullo de ver a los mexicanos vivir con un nivel
aceptable y digno.
Ido tal vez en mis cavilaciones,
veo un México podrido que va derecho a una catástrofe mayúscula.
Por la ambición desmedida y el
atropello a todas las normas elementales de solidaridad y respeto.
La ambición sin fondo de quienes
nos gobiernan y el dispendio de la riqueza de todos en manos de muy pocos.
La demagogia de que hacen uso y
abuso, aprovechando la desafortunada ignorancia de los pobres.
El trastorno al que nos lleva tal
grupo de egoístas y traidores, acabará por destruirlos a ellos mismos.
Dios bendiga a México.